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El Optimismo realista

25/03/2014

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La publicación de libros de autoayuda se ha multiplicado en el siglo XXI, cada año se editan aproximadamente 2.000 nuevos títulos (Held, 2002). Sin embargo ello no garantiza que sean una solución de nuestros problemas; al contrario, parecen crear una sensación de presión por no ser todo lo felices que deberíamos ser.

Cada vez más padres nos comentan: «lo único que me importa es que mi hijo sea feliz». ¿Pero cómo se hace eso? Si a los niños, desde que son pequeños, les evitamos sentir el dolor de una caída o que se esfuercen por conseguir algo que desean -en definitiva a que no sean conscientes de las emociones negativas que sienten no vaya a ser que eso los traumatice- sólo conseguiremos que crezcan en la infelicidad.

Y esto no es muy diferente en el mundo de los adultos: queremos ser felices pero no aceptamos una derrota, o no nos atrevemos a hacer lo que deseamos por miedo al fracaso y acabamos repitiendo aquello que ya sabemos hacer sin probar cosas nuevas; al final esto  no nos deja plenamente satisfechos.

"El optimismo como obligación es contraproducente".

Parece que hemos olvidado que son necesarias las dos caras de la realidad (el dolor y el placer, el fracaso y el éxito) para que nuestro cerebro pueda elegir cómo habitar cada una de ellas. Y esta doble visión se contrapone con una sociedad que nos empuja a la felicidad, imponiéndonos la obligación de ser constantemente felices y consiguiendo el efecto contrario.

De aquí surgen dos tipos de perfiles de comportamiento opuestos como manera de enfrentarse a esta presión:

  1. Los light, que acaban negando la existencia de las emociones que les hacen sentir mal, deprimidos o simplemente frustrados, llegando decirse que están bien cuando en realidad no lo están, por miedo a sentir lo negativo o admitir que la vida nos juega malas pasadas.
    • Moraleja: “Si huyes de tus problemas te los encontrarás toda la vida”. Aunque intentemos endulzar los problemas con medidas edulcoradas, nos estamos engañando a nosotros mismos con una señal falsa de satisfacción. Cuando la realidad se acaba imponiendo se produce el efecto rebote que nos dará un bajón emocional haciéndonos sentir desamparados y estafados por nosotros mismos.
  2. Los  conspiranóicos, que son aquellos pesimistas que siempre creen que detrás de una buena noticia viene una mala, o que piensan “para qué sentirse bien si sabes perfectamente que llegará un día en el que te volverás a sentir mal”. Son todos aquellos que creen que el mundo ya ha dado todo lo que tenía que dar, que piensan que eres lo que ves y que intentando cambiar las cosas como mucho sólo conseguirás maquillarlas.
    • Moraleja: “Da igual si la botella de vino está medio llena o medio vacía después de bebértela puedes hacer un jarrón con ella o un cóctel molotov, de ti depende qué hacer”. El efecto de esta urticaria psicológica que padecen los conspiranóicos es que acabas desconfiando de todo lo que suena a optimismo y felicidad, renunciando a lo que de verdad puede mejorar tu calidad de vida.

Estas dos posturas (optimista- pesimista) tienen un mismo efecto que es la paralización y no resolución de nuestros problemas; da igual que esto se produzca por autoengaño  que por desesperanza.

Si analizamos las diferencias entre el pesimismo y el optimismo puros, podemos ver que aunque aparentemente poseen valores muy diferentes, el pesimista y el optimista son almas gemelas con actitudes y cargas energéticas opuestas, pero que acaban teniendo resultados finales similares.

Pesimista Optimista
Exceso de realismo Metas sin procesos
Psicosis Falsa esperanza
Inacción Búsqueda del placer
Pedagogía del oprimido Exceso de confianza

Aún hay pie para la esperanza

Pero no todo está perdido. Hay un punto donde el optimismo y el pesimismo confluyen y es donde nos situamos la gran mayoría de las personas. En este eclipse conceptual tú puedes decidir ponerte el traje de pesimista consecuente o el de optimista realista.  

Optimista realista Pesimista consecuente
Doble pensamiento Anteponer recursos
Establecer objetivos Compromiso

El cambio es posible pero las dificultades son necesarias

Preparación para el cambio
Prevención Utilizacion de recursos

Para ambos la vida es aceptar el compromiso de la realidad, anteponer recursos, preparación para el cambio, doble pensamiento (término acuñado por Richard Wiseman en su libro"59 segundos", y sobre todo ser conscientes.

Cuando hablamos de doble pensamiento nos referimos a tener la esperanza y la motivación necesaria para perseguir las metas y redirigir nuestros esfuerzos a un objetivo final que deseamos, pero también a saber poner en práctica pequeños recursos y herramientas que con esfuerzo nos ayudan a aprender de las nuevas situaciones aunque en ese momento veamos "todo" lejos o que el camino no sea precisamente de  "rositas".

Proponemos lo siguiente

Tanto el traje de pesimista consciente como el de optimista realista están colgados en el mismo armario, sin embargo si cada mañana puedes elegir cuál ponerte, entonces te quedas con el que te hace sentir mejor, aunque a efectos de la realidad sean los mismos (los dos son útiles porque te incitan al cambio). Una vez puesto necesitas pasearlo, lucirlo, utilizarlo e incluso mancharlo.

Entendemos que hablar de optimismo hoy en día puede ser contraproducente y que la palabra felicidad por sí sola sin acompañarla de medidas para el cambio produce desconfianza, pero hasta el pesimista más radical sabe que en la partida de la vida hay que intentar poner soluciones y que independientemente de los resultados es imprescindible jugar, aprender y disfrutar.

También el optimista más puro sabe que la vida está llena de problemas y reveses que nos ponen a prueba constantemente pero nuestra propia esencia nos enseña que la forma de avanzar no es aislándonos en una burbuja emocional de los microbios-problema sino enfrentándonos a ellos para así mejorar, salir reforzado y haber aprendido aquello que no sabíamos aunque para ello hayamos sudado la gripe y nos haya tenido convalecientes unos días.

¡TU ELIGES!

Etiquetas: optimismo autoayuda

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